Desembocadura del Miño |
Castro de Santa Tecla / Puesta de sol en Bayona |
Me acerqué después, siguiendo la costa, hasta el Monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Oia; el monasterio solo puede verse desde el exterior ya que se encuentra cerrado porque parece haber sido comprado para convertirlo en hotel. La visión exterior del monasterio es en todo caso espectacular, ya que es muy raro encontrar una construcción de tal cariz en la misma orilla del mar. Desde Oia seguí hasta Bayona, donde di un plácido paseo por sus vetustas calles y disfruté de una espectacular puesta de sol. La noche la pasé cerca, en un hotel junto a Viladesuso.
El siguiente destino era la orensana
población de Ribadavia, pero antes pasé por las termas que hay en el cercano
pueblecito de Prexigueira donde pude disfrutar durante más de una hora de las
aguas sulfurosas que manan a unos cuarenta grados en las termas a las que da
nombre el propio pueblo; ambiente relajado, música chill out, completo
silencio, ausencia de móviles y de cámaras, turismo civilizado... un relax
total. Luego, en Ribadavia, un paseo por esa hermosa población y una comida
portentosa a base de pulpo braseado, unos excelentes pimientos de Arnoia y un
espectacular ribeiro de unas bodegas del cercano pueblo de Castrelo do Miño,
que después visité para hacer acopio de tan buen vino. Desde allí me desplacé a
Orense, donde hice noche tras visitar la ciudad y aprovechar para comprar
buenas verduras en su mercado de abastos.
Al día siguiente la sorpresa la dio
la increíble población de Allariz; un conjunto urbano de calles empinadas,
hermosos caserones, un entorno fluvial espectacular en las laderas del río
Arnoia y una curiosísima calle llena de tiendas outlet con una gran variedad de
marcas típicas de moda. Comida tranquila regada de nuevo con ribeiro, sin
olvidar los riquísimos bollitos almendrados típicos del lugar.
El viaje iba tocando a su fin y la
última noche la pasé en Puebla de Sanabria. Hacía en torno a 30 años que no
visitaba la población, que encontré cambiadísima y muy hermosa; con razón forma parte de la selección que elabora anualmente la Asociación "Los
pueblos más bonitos de España". Recorrí arriba y abajo sus empinadas
calles, concurridísimas porque en esos días, aparte del atractivo habitual del
lago de Sanabria, se iba a celebrar uno de los que se consideran mejores
mercados medievales de España. El pueblo estaba engalanándose y flotaba en el
ambiente que se acercaba la fiesta.
No podía irme de allí sin de nuevo
hacer acopio de viandas de la zona y esta vez le tocó al queso y la miel de los
bosques de la región (de brezo, castaño y roble, me dijeron). Al día siguiente
el camino fue directo a Madrid y casi sin paradas, de modo que a la hora de
comer ya estaba en casa, satisfecho de la interesantísima excursión
realizada.
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