Si tuviera
que elegir algún lugar donde hacer que
descansaran mis restos de por vida –de por muerte–, ese sería el paraíso de la
Pedriza; un paraje excepcional situado a dos pasos de Madrid y que como otros
muchos lugares de nuestra naturaleza cercana descubrí siendo muy joven y casi
de casualidad, cuando empezaba a recorrer la sierra madrileña en alguna que
otra marcha montañera con amigos, o algo después, cuando ya dispuse de coche y
empezaba por desgracia a producirse la acumulación de domingueros que más
adelante llevaría a la limitación del acceso a toda la zona.
La Pedriza, un vergel bien conocido
por muchos de los caminantes y senderistas madrileños, por amantes de la escalada
y de la naturaleza, agreste pero accesible, cálido y monumental, se sitúa al
norte de la provincia, entre las localidades de Manzanares el Real, el Boalo,
Mataelpino, Soto del Real (antiguo Chozas de la Sierra) y Miraflores; fue incluida
en 1985 dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, una
reserva natural de más de 50.000 Ha. a la que La Pedriza aporta unas 3200 Ha.
En 1992 fue además declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco y actualmente
forma parte del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, el espacio
protegido más grande de la Comunidad de Madrid.
La Pedriza limita al oeste por la
Sierra de los Porrones, la garganta del río Manzanares y el pico de la
Maliciosa (2227 m.), al norte con la Cuerda Larga (2386 m.) y el pico de la
Najarra (2120 m.), al este con los municipios de Soto del Real y Miraflores de
la Sierra y al sur con el pueblo y el embalse de Manzanares el Real (908 m.) y
la carretera que va desde éste hacia Soto del Real. La mayor altura que se
registra en La Pedriza es la de "Las Torres", con 2029 m. y su pico
más representativo es el del Yelmo, con 1716 metros.
El macizo se considera dividido en
tres partes: la meridional y más cercana a Manzanares el Real se denomina El
Alcornocal y es una zona llena de riscos y canchales graníticos cubierta de
jara y grupos de alcornoques y por la que discurre hasta El Tranco el río
Manzanares, por el paraje conocido como Garganta de la Camorza; luego el río se
desvía para bordear el pueblo y verter sus aguas en el Embalse de Santillana.
La zona intermedia es la Pedriza Anterior y en ella se encuentran lugares y
peñascos emblemáticos como Canto Cochino, Peña Sirio, el Yelmo, el Tolmo y el
Refugio Giner de los Ríos; en su límite superior se encuentra la conocida como
"autopista de La Pedriza", camino que conduce al Collado de la
Dehesilla, uno de los puntos desde los que se accede al pico del Yelmo. Por
último, y en la parte más septentrional, está la Pedriza Posterior o Circo de
la Pedriza, donde se encuentran El Collado del Cabrón, el Cancho de los Muertos
y el Dante, Las Torres, los Chorros del Manzanares y la zona más alta próxima
al nacimiento del río, camino de sus fuentes en el denominado Ventisquero de la
Condesa.
Cabras montesas en La Pedriza posterior |
Es abundante el matorral
mediterráneo, destacando la jara, pero sin olvidar el espliego, cantueso,
tomillo, romero y brezo, así como, en las zonas más altas, el piorno. Entre sus
árboles encontramos diferentes especies de pino, encinas, quejigos, sabinas,
serbales y tejos. La fauna también es rica, especialmente en aves como
arrendajos, carboneros, herrerillos, mirlos, oropéndolas, petirrojos y picapinos
y en rapaces como el buitre negro, el milano o el halcón. Entre los reptiles y
anfibios, culebras y víboras de diferentes tipos, lagartos y sapos. Y entre los
mamíferos, la ardilla, la comadreja, la cabra montesa, el conejo, el ciervo, el
jabalí, el corzo y el gamo, el tejón y el zorro.
Cascada en Los Chorros del Manzanares |
La Pedriza está surcada por múltiples
arroyos, como el de la Dehesilla, de los Huertos, del Risco, de la Ventana, de
los Poyos o de la Majadilla; y también por el río Manzanares, que tras nacer en
el Ventisquero de la Condesa, en las laderas de la Bola del Mundo, y recorrer
todo el Parque, vierte sus aguas en el Embalse de Santillana. En la zona
conocida como los Chorros del Manzanares este pequeño río se desmelena y en
época de deshielo produce hermosísimas cascadas que acompañan con su estruendo
al caminante que hasta allí se acerca. Las fuentes naturales son numerosas,
debido a la gran cantidad de agua subterránea acumulada; su calidad es excelente,
ya que el granito de las rocas libera pocos residuos, contribuyendo así a mantener
su pureza.
Al oeste de la Pedriza Posterior y
en el curso del río Manzanares se encuentra un amplio remanso denominado Charca
Verde; otro más es la Charca Kindelán, en la zona baja del Arroyo de la
Majadilla. Además de ellas hay otras charcas de menor tamaño, tanto en el
Manzanares como en alguno de sus arroyos. Y por supuesto, encontramos multitud
de formaciones rocosas a las que la imaginación popular ha dado en bautizar con
nombres tan variados y sugerentes como el Pájaro, el Cáliz, el Hueso, el
Elefante, Canto Cochino, el Dante, la Tortuga, el Carro del Diablo, el Tolmo o
el propio Yelmo.
El Cáliz / El Pájaro / El Elefantito |
En 1839 realizó su golpe más sonado,
el que le llevaría al patíbulo: haciéndose pasar por cochero del Marqués de
Gaviria, secuestró a sus dos hijos en la calle de Hortaleza, en la puerta del mismísimo
colegio al que asistían. La banda se refugió junto con los niños secuestrados
en La Pedriza y mandaron a un pastor del pueblo de Manzanares con un mensaje en
que pedían al marqués un rescate de tres mil onzas de oro. Ayudados por
conocedores de la zona, los soldados cercaron a la banda en su refugio, situado
junto al Canto del Tolmo, y los niños fueron recuperados sin llegar a pagar el
rescate. Gracias a su buen conocimiento del terreno, "el Sastre"
consiguió sin embargo escapar; pero un año más tarde, cuando caminaba por Madrid
fue reconocido y tras ser detenido y juzgado, se le condenó a muerte. La
sentencia se llevó a cabo el 20 de julio de 1839 en el patíbulo del Paseo de los
Pontones, cerca de la Puerta de Toledo.
Tras esta breve revisión más o menos
geográfico-histórica del Parque, se impone dar mi opinión sobre el mismo, así
como mis vivencias personales. La opinión en cierto modo poco importa, porque
dicho todo lo que antecede, difícil es que no considere la Pedriza como una
maravilla de la naturaleza, con paisajes, aún dentro de su limitado tamaño, de
verdadero ensueño. Recorrer, tanto en primavera como en tiempo de nieves, el
tramo del Manzanares que va desde el aparcamiento de El Tranco hasta Canto
Cochino –la Garganta de la Camorza– es toda una delicia, viendo trotar al río,
formar pequeñas cascadas y descubriendo las múltipes formaciones rocosas que vamos
dejando a nuestra derecha según progresamos por la margen izquierda. Y seguir
después por el camino forestal que conduce hasta las cercanías de la Charca
Verde para después enlazar con la senda que nos lleva, tras una hora de
ascenso, a los Chorros del Manzanares, es otra estupenda experiencia.
Cancho de los Muertos |
No digamos subir al Cancho de los Muertos,
para desde allí divisar la fantástica panorámica de una parte del circo de la
Pedriza, con el Yelmo dominando de forma absoluta el excepcional cuadro que se
ofrece a nuestros ojos y con Las Torres a nuestra espalda; como también ocurre
cuando, tras ascender por la senda de Quebrantaherraduras, se accede a otra
senda que por diferentes vericuetos nos lleva en otra media hora de exigente
subida al puesto de vigilancia contra incendios situado en la Loma de la Camorza,
desde donde se divisa todo Manzanares el Real, con su flamante y coqueto castillo,
el Embalse de Santillana, el Cerro de San Pedro, la Sierra de Hoyo, los pueblos
de El Boalo y Cerceda, y por supuesto, la Pedriza anterior, con el Telmo y Peña
Sirio como protagonistas. Y en días claros, hasta las 4 Torres madrileñas,
imposibles de quitarse uno de la vista incluso aún estando en un entorno tan
paradisíaco.
La Charca Verde |
Otra caminata muy habitual en La
Pedriza y que a mí siempre me ha encantado es recorrer desde Canto Cochino la
denominada "autopista de la Pedriza", así llamada por lo concurrida
que en fines de semana suele estar esta amplia senda, que es prácticamente
llana; tras dejar a un lado la Charca Kindelán y cruzar el arroyo de la
Dehesilla se alcanza el Llano del Peluca y desde allí puede subirse al Refugio
Giner de los Ríos o bien seguir directamente por una estrecha senda hasta el imponente
Tolmo, masa granítica fruto de algún desprendimiento producido en tiempo
inmemorial y situada justo bajo la hermosa y monumental figura que un farallón
dibuja y a la que alguien bautizó con
buen tino como "El Pájaro".
Pedriza posterior desde Los Chorros del Manzanares |
Pasado el Tolmo, la senda se empina
y tras zigzaguear durante cerca de una hora se llega a la pradera del Collado
de la Dehesilla, ya casi a los pies del imponente Yelmo: buen lugar para hacer
un alto en el camino y reponer fuerzas. Durante el recorrido habremos encontrado
más de un avezado escalador que irá camino o volverá ya, según la hora, de
hacer la subida a la cima del casco que corona la Pedriza. En todo caso, y si
no se practica la escalada, desde el collado se llega prontamente al menos a la
base de ese farallón, consiguiendo culminar así –aunque sea sin coronar– una de
los míticos ascensos de esta parte de la sierra madrileña.
Autopista de la Pedriza y Refugio Giner de los Ríos |
El Tolmo, Las Torres y Peña Sirio |
En
definitiva y para terminar, volver a insistir en que a muy pocos kilómetros de
Madrid se puede disfrutar de un hermosísimo paisaje, de un roquedal
espectacular, un río recién nacido y sin contaminación, de aguas rápidas y
cristalinas y de una vegetación, con el pino y la jara como estrellas
–espectacular esta última en mayo, cuando florece y se viste de blanco–, que a
todo amante de la naturaleza y el aire puro, del esfuerzo senderista, del
ascenso a la montaña y la escalada, no dejará de satisfacer en modo alguno.
El Yelmo |
Manzanares el Real y el Embalse de Santillana |
Si tras el esfuerzo uno puede
acompañar después la caminata con una buena comida en alguno de los bares y
restaurantes del pueblo –qué grande ese lomo de res del Guadarrama, un cabrito
asado o unos magníficos huevos fritos con patatas y jamón, todo regado con buen
vino o una cerveza artesana de la zona–, el día pasado en este maravilloso
paraje no puede menos que recordarse de por vida.
Garganta de la Camorza y Castillo de Manzanares |
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