viernes, 14 de octubre de 2016

BOB DYLAN

¡Qué inmensa alegría fue para mí saber ayer que a Bob Dylan le había sido concedido el Premio Nobel de Literatura! Llevaba ya tiempo rondándole, pero la Academia Sueca no parecía acabar de decidirse; este año, por fin, su inmensa labor poético-musical queda, si cabe aún más, reconocida con este premio de renombre universal, que complementa el Premio Príncipe de Asturias que recibió en 2007. Entonces, el jurado consideró que "Dylan conjuga la canción y la poesía en una obra que crea escuela y determina la educación sentimental de muchos millones de personas. Por ello mismo, es fiel reflejo del espíritu de una época que busca respuestas en el viento para los deseos que habitan en el corazón de los seres humanos". Ayer, al concedérsele el Nobel de Literatura, la Academia complementaba esas consideraciones con el hecho de haber creado "una nueva expresión poética de la música popular americana", calificando al cantautor como "un gran poeta en lengua inglesa".

       Descubrí a Dylan en 1966; había escuchado alguna vez en "Los 40 principales" de Tomás Martín Blanco y sobre todo, en "Caravana-Vuelo 605" de Ángel Álvarez, un tema extenso y lleno de buenas vibraciones titulado "Like a Rolling Stone"; no entendía casi nada de su letra, pero escuchar aquél tema constituyó para mí una especie de catarsis, un absoluto flechazo musical, como si aquella canción la hubiera estado escuchando toda mi vida y formara desde siempre parte de mi memoria.

       Un domingo de por entonces me acerqué por el Rastro madrileño y me encontré entre un montón de discos usados, dos vinilos single, sin funda pero en perfecto estado, y a un precio irrisorio: se trataba precisamente de "Like a Rolling Stone" y "Gates of Eden" de Bob Dylan y "Mr. Tambourine man" y "Turn, turn, turn" de The Byrds. Los escuché mil veces y acabé cayendo irremediablemente en las redes de la música dylaniana. Y así hasta ahora, porque Dylan nunca dejaría ya de atraerme, tanto por su trayectoria musical y personal como por la calidad de la gran mayoría de sus temas, convirtiéndose sin duda alguna en el gran mito musical de mi vida.

             A su vez me aficioné a escuchar a algunos de los grandes seguidores de Dylan, de los que siempre he admirado su capacidad para transformar canciones que resultan en ocasiones áridas y difíciles de acometer, en maravillosas baladas que deslumbran desde el primer momento en que se escuchan. Además, al hilo de mi descubrimiento de Dylan y dado que sus primeros años se desarrollaron estrictamente como cantante folk, aparecieron en mi espectro musical otros grandes nombres de la música popular norteamericana. De entre ellos destacaré al gran icono de la música folk, Pete Seeger, al que debemos temas tan bellos como "Where have all the flowers gone?", "If I had a hammer", "This land is your land" y "Turn, Turn, Turn!", temas que fueron versionados posteriormente por otros muchos grupos y cantantes. Seeger fue también quien popularizó el espiritual "We Shall Overcome", que se convertiría en el himno de los luchadores por los derechos civiles en Estados Unidos.

       Y junto a Dylan y Seeger otros grandes artistas norteamericanos que me produjeron un profundo impacto: Joan Baez, de voz potente y singular e intérprete de multitud de temas de los que son autores tanto el propio Dylan ("Farewell Angelina", "It’s all over now, baby blue") como Pete Seeger o el legendario Woody Guthrie; la delicada Judy Collins ("Send in the clowns", "City of New Orleans"), el hijo de Woody, Arlo Guthrie ("Percy's Song", "Deportee", "When a soldier makes it home") y el magistral grupo Peter, Paul & Mary ("Where have all the flowers gone?", "If I had a hammer", "Five hundred miles" o "Blowing in the wind" entre una amplísima lista de grandes interpretaciones). 

        Entre la ingente obra musical de Dylan, las que tradicionalmente han sido consideradas como algunas de sus mejores composiciones –sin importarme el orden– son: Knockin' on heaven's door, A hard rain’s a-gonna fall, All along the watchover, Mr. Tambourine Man, Positively 4th street, Changing of the guards, Tangled up in blue, Blowin' in the Wind, The times they are a-changin, Just like a woman, I want you, I shall be released, Every grain of sand, It's all over now baby blue, Desolation row, Blind Willie McTell, Forever young, Sad-eyed lady of the Lowlands, Lay lady lay, Hurricane, It ain't me baby, Not dark yet, Dark eyes, Under the red sky, If not for you, Things have changed y naturalmente, Like a Rolling Stone. Todas me parecen también a mí extraordinarias, pero no solo ésas, porque la calidad y cantidad de la obra de Dylan resulta difícilmente mensurable.       
     
       Con esos gustos de juventud, que con el tiempo han ido consolidándose más y más, se entenderá la satisfacción con que he recibido la noticia de la concesión del premio a Bob Dylan. Porque fue un descubrimiento absolutamente personal, que se produjo sin influencia alguna a mis diecisiete años y que casi cincuenta años después y tras mucha constancia en el seguimiento de su actividad musical, se vio ayer, 13 de octubre de 2016, recompensado. Como también fue una recompensa a esa constancia la fecha del 6 de julio de 2015, hace ahora algo más de un año, cuando mi hija me regaló la entrada para verle  cantar en el Barclaycard Center de Madrid.

     Así que gracias Bob, por tu música, por tus canciones y por la compañía  y emociones que me has regalado durante tantos, tantísimos años.  
      

      

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