Paseo hoy
por el Monte de El Pardo y me acerco hasta la Quinta del Duque del Arco, una
finca que se encuentra en los terrenos de lo que fue en tiempos la Quinta de
Valrodrigo y que compró en 1717 el Duque del Arco, Alonso Manrique de Lara
y Silva, Caballerizo Mayor del rey Felipe V y Alcaide de El Pardo, y que tras
su muerte fue donada por su esposa al rey, incorporándose así al Real Sitio de
El Pardo en 1745.
La finca alberga un palacete, una
casa de labor y un jardín de estilo francés que se adorna con grupos escultóricos y
fuentes.
El palacete es de un estilo muy similar al del Palacio de la Zarzuela; es de una planta, con buhardilla y sótano y fue durante la Segunda República la residencia de verano del presidente Azaña, donde residía cuando se produjo el golpe militar del 18 de julio de 1936. Su mobiliario y alfombras, así como los papeles franceses que decoran sus salones son del siglo XIX. El jardín lo diseñó en torno a 1726 el paisajista francés Claude Truchet, con un estilo similar al del palacio de La Granja; contiene varias terrazas con fuentes, setos, plantaciones florales, cipreses y dos grandes coníferas.
El palacete es de un estilo muy similar al del Palacio de la Zarzuela; es de una planta, con buhardilla y sótano y fue durante la Segunda República la residencia de verano del presidente Azaña, donde residía cuando se produjo el golpe militar del 18 de julio de 1936. Su mobiliario y alfombras, así como los papeles franceses que decoran sus salones son del siglo XIX. El jardín lo diseñó en torno a 1726 el paisajista francés Claude Truchet, con un estilo similar al del palacio de La Granja; contiene varias terrazas con fuentes, setos, plantaciones florales, cipreses y dos grandes coníferas.
En la casa de labor se ubica un Colegio Público de Educación Especial y rodeando la quinta hay un extenso y centenario olivar limitado por una tapia que linda con los terrenos del Monte de El Pardo y que se extiende hasta la puerta de entrada a éste situada en la carretera de Fuencarral a El Pardo. Hay además junto a la puerta de entrada a la quinta un pequeño huerto que contiene almendros y unos cuantos cerezos.
JARDINES |
A mí me resulta un lugar especialmente emotivo, ya que lo descubrí sólo y por casualidad, sin haber tenido antes la menor referencia sobre su existencia; y porque en la Quinta o muy cerca de ella he disfrutado con mi familia de momentos agradables, tanto paseando, como comiendo en el cercano merendero o cogiendo ajetes, cerezas, cebollinos y hasta cardillos silvestres en la breve huerta que hay a su entrada.
CASA de LABOR |
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