Vuelvo a dejar el coche en el mismo lugar donde lo aparqué ayer, cuando me acerqué a ver los trabajos de excavación en la Ciudad Universitaria. Es un lugar agradable, poco transitado, situado junto al Centro de Estudios Jurídicos, detrás de la Facultad de Derecho. Camino en dirección a la Facultad de Geografía e Historia, antigua Facultad de Ciencias Económicas, la que fue durante los años 60 el centro de máxima actividad de los estudiantes del SDEUM que luchaban contra el régimen franquista y donde se celebró, en mayo de 1968, el inolvidable y prohibidísimo recital de Raimon. Y a cada paso me encuentro ante la insoportable realidad de ver en qué se ha convertido todo el entorno de la Universidad Complutense.
Papelera abrasada junto a la Facultad de Informática
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Donde hace años hubo un entorno
único, donde se podía pasear y hasta placenteramente disfrutar de ratos de
descanso sobre el césped junto a los compañeros de clase, hoy vemos jardines
abrasados, farolas arrancadas, tapas de alcantarilla desvencijadas o inexistentes,
papeles, bolsas, botes, latas y suciedad de todo tipo campando por el suelo,
papeleras rebosantes, volcadas o quemadas, pintadas de todo signo e intención
política, barandillas destrozadas, baches, socavones... un repertorio completo
de lo que la desidia y el abandono por parte de las autoridades universitarias
y ciudadanas y de lo que el incivismo y la falta total de educación de quienes
ocupan a diario la Universidad pueden llegar a hacer hasta convertir un centro
de la sabiduría en el paradigma de la mugre y la cochambre.
¿Cómo es posible encontrarse un
Campus Universitario en tal estado? Se diría que las autoridades
universitarias, desde el rector, decanos, secretarios e incluso los mismos
catedráticos no aparecen jamás por el lugar para comprobar o denunciar el
estado de las instalaciones de las que son responsables. Y se diría, como en
múltiples ocasiones he podido comprobar por desgracia y en directo, que los estudiantes
son guarros y destructivos con las instalaciones donde estudian e indolentes
ante la visión del estado en que se encuentra lo que les rodea.
Si no hay dinero lo que seguro que sí hay son
medios para concienciar a quienes pisan la Ciudad Universitaria; primero, para
no ensuciar; segundo, para no romper ni destruir nada de lo allí existente; y
tercero, para incluso organizar campañas que permitan al menos limpiar y
reparar en lo posible lo ensuciado y destrozado por los propios estudiantes. Se
puede ser pobre pero se debe ser limpio. Y si nuestros impuestos y tasas no
permiten disponer de servicios de limpieza y mantenimiento de la Universidad,
al menos que nuestra decencia y sentido ciudadano lo compensen. Se puede estar abandonado por la
autoridad responsable, pero se puede paliar ese abandono con responsabilidad y
compromiso. ¿Se tienen?
Aledaños de las facultades de Derecho y Geografía e Historia
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